Esta semana se celebra en México el día de los Muertos, la fecha en la que las almas y los espíritus del inframundo, suben al mundo para convivir con sus familias y seres queridos. La gran espiritualidad de nuestro pueblo ha mantenido viva esta tradición, que nos llega desde tiempos inmemoriales, desde la profundidad de las culturas prehispánicas. Flor de cempalsúchitl, flor de cresta de gallo, mole negro, mezcal, chocolate, pan de muerto, y hasta una botella de refresco… Y, por supuesto, la foto del homenajeado, del que partió antes que nosotros… Esos son los elementos imprescindibles de un típico altar de muertos.
Mixquic, en la Alcaldía de Tláhuac en la Ciudad de México, con sus tumbas totalmente cubiertas de amarillo-naranja y sus espectaculares arcos de cempalsúchitl; Janitzio, la encantadora isla que parece flotar en el centro del Lago Pátzcuaro, en Michoacán con sus mariposas acuáticas danzando sobre las tranquilas aguas; Oaxaca de Juárez, con las iluminadas tumbas en el Panteón de San Miguel, las comparsas del centro histórico y los elaborados tapetes de muertos del barrio de Xoxocotlán. Tres ciudades de nuestro país que parecen competir por presentar la celebración más hermosa, la más auténtica… No se puede elegir, los tres lugares tienen singularidades y una belleza particular en su fiesta de muertos. La fiesta de muertos en un buen motivo para viajar y conocer las hermosas tradiciones de nuestro país.